El norte de Rohäred es, quizá, su zona más inhóspita, pues se trata de una ciénaga húmeda y neblinosa que, a pesar de todo, tiene su propia fauna y alberga muchas especies de plantas tanto curativas como venenosas. Al este inmensos bosques se expanden bordeando las costas, y el centro es una llana meseta recorrida por ríos y afluentes que la mantienen verde, con grandes prados y pequeños bosques de matorral que se extienden casi hasta donde alcanza la vista. Antiguamente los viajeros que viajaban al este y atravesaban el desierto de Coortalis y lograban sobrevivir a los escabrosos pasos de las montañas Cruzadas llamaban a estas tierras "el oasis", pues significaba facilidad para conseguir comida: recolectar plantas, flores, frutas y, por ende, para cazar. Siempre y cuando los kentauri no aparecieran en escena, claro.
El pueblo kentauri lleva más de dos milenios defendiendo ferozmente sus fronteras, pues desde la Guerra de los Clanes han considerado a los humanos un grupo de bárbaros codiciosos que no respetan la vida ni el equilibrio natural. Compartían estas creencias con sus vecinos sidhe, quienes durante siglos compartieron con ellos su cultura y les enseñaron las artes druídricas, por lo que se puede decir que los kentauri han asimilado mayormente las costumbre de los sidhe para su propio pueblo. Por ello también las relaciones entre kentauri y humanos ha sido "tirante", incluso en los tratos comerciales. Sólo el Reino de Coortalis logró (mucho antes de su desgracia) entablar una buena relación con sus vecinos al otro lado de montaña, pues en aquella época intercambiaban protección y salvoconductos por las montañas a cambio de defender los pueblos costeros del sur de los ataques piratas. Esto hizo que incluso algunos humanos se fueran a vivir al sur de Rohäred durante algunas generaciones. Empero, trras la caída de Coortalis, no obstante, la relación con los humanos fue volviéndose cada vez más inestable hasta que, al final, estalló la guerra.
El Emperador Recius Rîl declaró que las tierras del este eran propiedad del antiguo Clan Rîl y que, por ende, pertenecía a la raza humana. Con esto comenzó una guerra cruenta para conquistar los territorios kentauri, quienes respondieron con valor y fiereza, decididos a no dejarse gobernar. A día de hoy, Desden es la última ciudad fortificada humana antes de la frontera que los magos del Imperio mantienen mágicamente y que, año tras año, va ganando terreno. En lo profundo del bosque, el asentamiento de Mairath es el campamento kentauri más grande jamás construido, y los puestos avanzados de Osath, Guärith y Hännäth son los que cuentan con fortificaciones mágicas y resistentes pensados para resistir largos asedios en caso de necesidad. Las edificaciones de madera y adobe cuentan con arquitectura ojival y edificios esféricos, imitando las curvas y las formas geométricas de la naturaleza. Las construcciones de las costas cuentan con las llamadas "casas vela" propias de los puertos, hechas para resistir los vientos del mar. Su diversidad arquitectónica es fruto de la influencia tanto sidhe como de los hombres de Coortalis que convivieron con ellos antaño.
Casas Vela. |
Las únicas relaciones positivas actuales de los kentauri son pocas: tan sólo con alguna tribu nómada olvidada que ha logrado adaptarse al desierto, y alguna otra que sobrevive en la tundra, al norte. A parte de eso, Duin Tol'Sil es quien está apoyando de manera encubierta al pueblo kentauri para ayudarlos a hacer frente al Imperio, pero sin tomar parte activa en la guerra. Actualmente apenas quedan sidhe en los bosques de Rohäred, ya que la mayoría respondieron a la llamada de su Reina y regresaron a la isla. Los enanos y los kentauri jamás se han entendido, al ser culturas diametralmente diferentes, y la lejanía siempre hizo que la raza nuberu fuera extraña en el este, a parte de que los kentauri comparten conciencia con los sidhe de no utilizar la magia para nada que no sea necesario, lo cual chirriaba bastante con las costumbres de los habitantes del oeste.
Influencia de la arquitectura Coortaliana y Sidhe. |