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martes, 18 de enero de 2022

Las Islas Flotantes


 

Dicen que flotan en el Mar del Norte, que orbitan siguiendo el Mar Curvo, que aparecen sobre el desierto de Coortalis, que se pueden encontrar sobre el pico más alto de la Cordillera Cruzada... Y todos tienen razón. Uno de los grandes misterios de Gielver es la ubicación de las llamadas Islas Flotantes; un conjunto de islotes que, como su nombre indica, flotan por arte de magia sobre el continente, moviéndose a la deriva entre las nubes sin un rumbo fijo, al menos en apariencia. Su primera aparición fue tras el descubrimiento de los acumuladores mágicos, en la última etapa de la Guerra de los Clanes.

En estos islotes habita la comunidad de magos y eruditos más grande conocida. Grandes y hermosos palacios y estructuras imposibles se alzan entre hermosos paisajes de boques, montañas y cascadas, creando un entorno de ensueño. La magia es la base de todo: su arquitectura, su sustento, el ecosistema... Por ese motivo se cree que este pequeño país es el resultado del trabajo de numerosos magos y hechiceros que, durante generaciones, han ido construyéndolas y perfeccionándolas. La Orden del Manto Gris, sin embargo, sostenía que las Islas Flotantes fueron un regalo de los dioses Gihaial y Amphiter a un grupo de eruditos devotos que construyeron un gigantesco templo dedicado a ambos dioses y que, eventualmente, pasó de ser un templo religioso a una especie de universidad mágica. El Manto Gris contaba que, antaño, su sede se encontraba en estas islas, pero que los magos los expulsaron para apoderarse de ellas y modificarlas a su antojo.

Es imposible alcanzar las Islas volando, ya que un poderoso escudo mágico las protege, impidiendo que nadie pueda salir o entrar sin usar obligatoriamente el portal interdimensional, el cual tan sólo conecta con la Torre de Ish'Barad y Aglar. El portal, además, sólo puede activarse con el permiso de los Guardianes de la Isla, de manera que tampoco puede accederse a ella libremente desde el continente. A parte, para activar es necesario utilizar una gran cantidad de acumuladores, ya que requieren muchísima energía mágica.

Sólo aquellos que demuestran un verdadero compromiso con el estudio de la historia, la magia, las artes, etc; tienen cabida en la isla. El proceso de selección es un misterio: a veces se realizan complejos exámenes entre los estudiantes de magia para ver si alguno es válido del honor de estudiar en las Islas Flotantes. Otras veces un mensajero de las Islas aparece inesperadamente ante alguien con potencial y le ofrece viajar allí. Pero no son pocos los magos que sueñan con poder ir allí para mejorar sus habilidades o, mejor aún, para poder librarse de las garras imperiales que les obliga a tomar parte en la guerra.

Sería bueno decir que quienes terminan la formación, regresan de las Islas siendo más poderoso. Pero la realidad es que, quienes entran en las Islas, raramente vuelven a salir de ellas. Algunos dicen que una poderosa secta de magos la gobierna y por ello quienes entran ya no vuelven a salir. Sin embargo, los mensajeros e intermediarios que se dejan ver esporádicamente en el continente, afirman que, simplemente, uno nunca deja de aprender y quienes se comprometen a estudiar de verdad y a descubrir las maravillas del mundo, raramente se contentan con volver al mundo cotidiano. La realidad es que su sociedad es bastante elitista: aquellos considerados mediocres o que no logran destacar en sus estudios normalmente acaban siendo relegados a trabajos menores: cocina, jardinería, mantenimiento de las instalaciones mágicas, bedeles, etc... Y debido a que no pueden salir de la Isla sin permiso, sólo pueden conformarse con ello y tratar de esforzarse (a veces el balde) para destacar y recuperar posición. Para un estudiante de las Islas, no hay nada peor que pasar completamente desapercibido para los altos cargos de la Academia.

En cuanto a política, las Islas están gobernadas por los Siete Decanos: magos, druidas, clérigos e historiadores, los cuales son votados en asamblea y se encargan de gestionar las bibliotecas, los recursos, el claustro de maestros, las celebraciones y relaciones diplomáticas. Las Islas Flotantes se consideran a sí mismas neutrales y no quieren formar parte en ninguna guerra o disputa entre naciones o razas. Tan sólo los mensajeros entran y salen de los portales, y muy raramente escoltan a algún diplomático a través de los portales, o a algún Decano en misión oficial. En general, son muy herméticos con su política interna, y del mismo modo que ellos no se meten en los asuntos de los demás, ellos no permiten que nadie intente interceder en su forma de vida.

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