Hubo una época ancestral en la que los humanos no obedecían órdenes de ningún rey, emperador o general. Una época en la que esta raza se dividía en Clanes, y en la que el honor y la gloria tenían un valor que hoy muchos dan por olvidado. Fue un tiempo belicoso, confuso y brutal, del que a día de hoy apenas se guardan recuerdos y que está lleno de secretos, de antiguas adoraciones, misterios y magia primitiva. Pero, sobre todo, brutal.
En aquella era los humanos eran especialmente territoriales y sus comunidades muy inestables. Tenían constantes enfrentamientos consigo mismos y con el resto de razas. Muchos aseguran que, por entonces, las culturas humanas no eran muy diferentes a las de los actuales bárbaros de la tundra. Pero sus agrupaciones eran muchos más grandes, sus ciudades mucho más oscuras, avasalladoras y crueles; y sus gentes mucho más despiadadas.
La Guerra de los Clanes fue, en muchos sentidos, caótica y desordenada. En ocasiones también involucró a los enanos, los faéricos y los kentauri; entre otras muchas razas. A veces por separado. A veces a la vez. Todo dependía de qué frontera, territorio o fuente mágica estuviera en juego.
Hay quienes dicen que, por entonces, los antiguos dragones aún estaban despiertos, y la magia fluía libre y salvaje por todos los seres. No hacía falta usar un acumulador mágico: el poder se podía encontrar en la tierra, el agua, el fuego, el aire, la sangre... Incluso en la muerte. Precisamente por ello, la magia constituía un arma bélica importante en los repetidos conflictos de los viejos Clanes. Lo que, según las viejas leyendas, provocó que los dragones decidieran por ello cortar el flujo de la magia, para evitar que la naturaleza belicosa de los humanos arrasara, no sólo con su propia raza, sino también con todas las demás.
Algunos historiadores aseguran que esta fecha coincide con el momento del confinamiento de la diosa de la muerte en el Vacío. Después los dragones se fueron a dormir, en el conocido como "Último sueño de los dragones", tras el cual hubieron algunos eventos calificados como "despertares".
Desamparados y confusos al no poder utilizar su magia, los humanos tuvieron que soportar la derrota que para ellos supuso el Éxodo del Este; en el que los kentauri ganaron una fiera batalla, expulsando a los clanes humanos de Rohäred y reclamaron estas tierras para sí. Los Clanes tuvieron que adaptarse a distintos tipos de supervivencia, sin magia, en una época de casi dos mil años, conocida como "La Era Oscura". Al menos hasta el descubrimiento del dracohielo y la tecnomagia, después de la muerte de Draetherna y la creación del Mar Interior.
Apesar de que esta época no es más que un pausado parpadeo en la larga historia del tiempo, lo cierto es que duró varios miles de años. Durante todo este periodo se registrando grandes hechos históricos, como los primeros avistamientos de las Islas Flotantes, el descubrimiento de la magmasangre, el ambaráspid y el dracohielo; los primeros frutos de la tecnomagia, y los despertares que originaron la separación de Duin Tol'Sil, la creación del Mar Interior, y la consecuente muerte del último Rey Nuberu Du Faûr.
No obstante, la verdadera piedra angular de estos eventos fue, sin duda la creación de los que posteriormente serían conocidos como los dos reinos humanos más poderosos de la historia: Coortalis y el Imperio. Fueron estas dos grandes alianzas humanas las que marcaron el punto y final a las Guerras de los Clanes, en el año 0 que para los historiadores marque el antes y el después del calendario histórico de Gielver.
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