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sábado, 3 de noviembre de 2018

El resurgir mágico


Durante la última etapa de las Guerras de los Clanes, dos líderes de dos de los clanes más contrarios y prolíferos de Gielver destacaron muy por encima de los demás. Coor y Rîl eran sus nombres. Fueron quienes lograron aunar a los clanes del oeste y el este, respectivamente, atrayendo a los demás líderes hacia ellos gracias a un descubrimiento único: el regreso de la magia. Si fue algo casual, o premeditado por alguna interacción divina, actualmente se desconoce. Pero, como fuere, estos dos humanos lograron descubrir el verdadero fin de los acumuladores mágicos.

En la fecha actual se sabe que Rîl trató con los enanos para adquirir magmasangre, y que el abuelo y el padre de Coor ayudaron a proteger las caravanas Nuberu que huían de su desdicha hacia el sur; los cuales recibieron pedazos de dracohielo como pago, sin saber el gran poder que contenían. Ambos representaron la vuelta de la magia y el nuevo ascenso al poder de los humanos, lo que ligado al segundo avistamiento de las Islas Flotantes, dio lugar a la tecnomagia.
Ésta no sólo resultó útil para mejorar la vida cotidiana y asegurar el avance de la especie, sino también como arma y forma de combate definitorias.

No obstante (muchos aseguran que por intervención del Peregrino Blanco), tras décadas de guerra, lucha y sangre; los líderes de las dos facciones lograron llegar a un acuerdo de paz después de tantos años de guerra, decidiendo que la magia no debería ser utilizada como arma, sino como algo que aportara luz y seguridad a su raza. Por ello, estipularon que cada una viviría pacíficamente en una mitad del territorio.

Coor y sus clanes allegados se retiraron a las zonas fértiles que rodeaban el desierto, su lugar de origen y hogar, en el que ya estaban acostumbrado a sobrevivir. Tuvieron que pasar algunas generaciones para que se asentara el definitivo Reino de Coortalis, gobernado por los descendientes de Coor.
Rîl y su prolífica familia se asentaron en las fértiles tierras del oeste, y aunque tardaron un poco más que sus vecinos, lograron aunar a todos los clanes de la zona bajo el estandarte del Imperio, gobernado por la familia Imperial Rîl.

Así pues, reino e imperio lograron establecer lazos comerciales, así como tratos políticos durante muchas generaciones, manteniendo la paz y la prosperidad en pos de una mayor evolución cultural, académica y tecnomágica; asentando dos culturas diferentes, pero que poco a poco empezaron a compartir más y más en común. Aquellos beneficiosos tratos no sólo les beneficiaron a ellos, sino también a los enanos y los nuberu, quienes decidieron darles un voto de confianza a los recién reconciliados humanos. Perspectiva que no compartieron los Sidhe y los Kentauri.

Esta paz duró hasta la caída de Coortalis. Después de aquello, roto el delicado equilibrio entre los reinos; el Imperio se abalanzó sobre sus tierras malditas, reclamándolas para sí, y asentando las bases que, posteriormente, darían pie a la Guerra de los Jotun y desencadenarían los actuales enfrentamientos con Rohäred.


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